Medios influyentes como Forbes, Black Enterprise, Ebony, Huffington Post, Seventeen Magazine, Cosmopolitan, CNN, Time y Fox 5 News, entre muchos otros, han dado cuenta de su historia. Y los reportajes llegan a prácticamente todo el mundo, porque periódicos y canales de televisión los replican por doquier.
¿Por qué? Porque es una emprendedora, filántropa, diseñadora, artista, animadora, ilustradora y escritora o, en pocas palabras, una mujer modelo. Con esa descripción, lo lógico es que uno se pregunte, ¿entonces, qué fortuna ha atesorado esa persona? ¿Cómo se llama esa empresa? Y la respuesta, amigo mío, seguro te sorprenderá.
Cuando la encuentras es, justamente, cuando empiezan las sorpresas, las grandes y gratas sorpresas: su nombre es Maya Penn, una jovencita nacida el 10 de febrero de 2000 en Snellville, un suburbio de Atlanta (Georgia), y su historia es increíblemente inspiradora, por muchas razones. Una niña modelo, sin duda, una historia inspiradora.
“Dibujo desde los 3 años, desde que pude agarrar y tener control del crayón”, cuenta. Fue su primer contacto con los dibujos, una pasión que se despertó poco después, cuando vio un programa de caricaturas en la televisión: “Eso es lo que quiero ser, me dije. Fue el primer momento decisivo de mi vida”, agrega.
“La animación y el arte son mi primer amor”, suele decir con una madurez increíble para una niña a la que el término precoz le queda muy chico. La curiosidad, lo sabemos, es una condición innata de los niños, pero en el caso de Maya fue cultivada y potenciada desde pequeña por sus padres John y Deidre.
Ese, sin duda, fue uno de los motivos por los cuales desarrolló, mucho antes que el común de los niños, una conciencia social y, sobre todo, una inclaudicable pasión por cambiar el mundo. Y eso, precisamente, fue lo que le permitió a Maya salirse del molde tradicional y establecer un nuevo estándar.
Con esa fantástica imaginación que se tiene a los 6 años, Maya convirtió un problema normal en algo extraordinario: “Un día, mi compu tenía virus y pensé: ‘¿Qué tal que vivan ahí dentro, que ahí haya un restaurante en el que se encuentren y conversen, y hagan cosas de virus’”.
De ese episodio derivó Platillos Maliciosos, una especie de tira cómica, dibujada por ella misma, en la que los virus cobran vida y protagonizan divertidas situaciones. Ese cercano contacto con el computador se transformó en una pasión cuando su padre le enseñó a desarmar por completo la máquina y volverla a ensamblar.
Fue algo que la maravilló, y desde entonces entabló una conexión muy fuerte con la tecnología, hoy una de sus principales aliadas. A pesar de su corta edad, aprendió el lenguaje de programación html y ella misma diseñó su primera página web. Después, incorporó Java Scritp y Python a su arsenal de herramientas.
Otra faceta que la distingue es su espíritu ecológico, su afán por preservar la naturaleza, por proteger el medioambiente, por garantizar un futuro para las próximas generaciones. Después de que su papá le enseñó la importancia de la polinización de las plantas, creó una divertida y didáctica serie animada llamada ‘Los Polinizadores’.
¿Qué son las ideas?
En ella, las abejas y otros animales se visten el traje de superhéroes y luchan por conservar su hábitat en medio de terribles amenazas de los humanos y otras especies. Con la inocencia propia de una niña, pero la madurez y la convicción de una adulta, Maya transmite un mensaje de alerta para salvar a sus amigas las abejas.
Un día, le pidió a mamá Deidre que le enseñara a coser, algo inusual para una niña de la generación milenial, y abordó con papá John para que le hablara del mundo de los negocios. Tenía solo 8 años y millones de ideas daban vueltas en su cabeza inquieta. Ideas que, dicho sea de paso, no son usuales en una niña, pero Maya es especial.
“¿Qué son las ideas? Una idea es el comienzo de todo. Las ideas pueden comenzar un movimiento, son oportunidades e innovación, son lo que hace que el mundo gire”, afirma. Según Maya, “si no fuera por las ideas, no estaríamos donde estamos en materia de tecnología, de medicina, de arte, de cultura, incluso en nuestras vidas”.
¿Y cuál era su idea? Un negocio que se llama Maya’s Ideas y también una organización sin ánimo de lucro: Maya’s Ideas 4 the Planet. “Hago prendas de vestir y accesorios con insumos ecoamigables. Estaba muy influenciada por el arte y quería incorporarlo a todo lo que hacía, incluso a mi negocio”.
Comenzó de forma artesanal, con trozos de telas que encontraba en su casa: confeccionaba un gorro o una bufanda, que ella misma lucía. “Cuando salía a la calle con mis creaciones, noté que la gente las admiraba y algunos se acercaban y me preguntaban dónde podían comprarlas. Así, me di cuenta de que había una buena idea que me servía para iniciar mi negocio”, relata.
Obviamente, a los 8 años, no tenía un plan de negocio, solo sabía que quería fabricar cosas lindas y, sobre todo, que no dañaran el medioambiente. “También quería retribuir a la comunidad por lo que me había dado”. Una vez los puso en venta en su web, sus creaciones se vendieron por doquier: “Tengo clientes en Dinamarca, Italia, Australia, Canadá y muchos lugares más”.
Entonces, necesitó informarse acerca del mundo de los negocios. Tenía solo 10 años, pero ya era una empresaria, con responsabilidades grandes (o de grande). Hasta entonces, sin embargo, su historia no trascendía el ámbito de Atlanta, pero llegó ese toque de suerte, ese guiño del destino capaz de cambiarlo todo: la contactaron de la revista Forbes.
Empresa altruista
“Querían hablar de mí y de mi compañía, les causaba mucha curiosidad que fuera ecológica. La verdad es que he sentido una gran pasión por la protección del medioambiente y sus criaturas desde que era pequeña. Mis padres me enseñaron acerca de la comunidad y el medioambiente, y su cuidado”, explica.
Tras esa primicia, entonces, quedó en el radar de los medios de comunicación y el mundo entero habló de ella. Ese contacto con el estrellato, en todo caso, no la distrajo. En casa, los padres le hablaron sobre los tintes y los procesos de teñido que son dañinos para las personas y el planeta. Esa información fue un impulso decisivo para cristalizar sus ideas.
“Comencé a investigar y descubrí que al final del proceso queda un residuo que genera un impacto negativo, materias pulverizadas que pueden contaminar el aire. Cuando empecé mi negocio, establecí dos premisas: que mi mercancía debía ser ecológica y que el 10-20 por ciento de las ganancias las iba a donar a organizaciones que trabajan en la protección del medioambiente”.
Con 16 años, Maya Penn sabe que es mucho el camino que debe recorrer para cumplir sus sueños. “No es suficiente tan solo ser conscientes de lo que ocurre en el mundo. Tienes que llevártelo al corazón, porque cuando lo sientes de corazón es que se encienden los movimientos. Así es como las oportunidades y la innovación surgen, así es como las ideas toman vida”, concluye.
Es una celebridad que ha pasado la mitad de su vida al frente de un negocio exitoso que, más allá de las ganancias, ofrece una perspectiva social muy valiosa. Desde que tenía 3 años, Maya Penn comenzó a desarrollar sus ideas, en el apoyo de sus padres encontró el impulso y la inspiración necesarias y hoy es un fabuloso modelo de emprendimiento que rompe prácticamente todos los esquemas.
¿Quieres saber más de Maya Penn?
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