Te explicamos qué es y en qué consiste el entrenamiento autógeno, un método cuyo origen se remonta a los años veinte y que está especialmente orientado a aliviar diversos trastornos psicosomáticos inducidos por el estrés y la ansiedad. Existen numerosos métodos y técnicas para hacer frente al estrés, a la ansiedad y a otros trastornos nerviosos. Muchos de ellos proceden de disciplinas milenarias como el Yoga en la India o la meditación Zen en Japón, que parten del Satipatthana budista y tienen valiosos efectos avalados por la neurociencia para paliar la ansiedad e inducir un estado de relajación. Incluso, pueden ayudarte a mejorar la plasticidad cerebral, descansar mejor y estabilizar tu equilibrio emocional.
En TICbeat hemos recopilado muchas de ellas: desde la respiración lenta y profunda del yoga al mindfulness o atención consciente, pasando por otras como la técnica de la visualización, el escaneo corporal o la relajación muscular progresiva. Hoy queremos hablarte del entrenamiento autógeno y cómo puede contribuir a incrementar tu felicidad y a conseguir estados de relajación profundos y capaces de eliminar tensiones psíquicas que dificultan tu vida diaria.
El término entrenamiento autógeno fue acuñado por el neurólogo alemán Johannes Schultz, pese a que fue su discípulo Wolfgang Luthe quien en 1927 ampliaría los conceptos, descubriendo que algunas manifestaciones motoras, físicas o sensoriales como los espasmos musculares, calor, picor o tos son descargas autógenas manifestadas a lo largo del estado de relajación derivado de la técnica.
O lo que es lo mismo, muchas personas son capaces de alcanzar un estado de relajación profunda a través del poder de su imaginación. Por ejemplo, quienes imaginen un intenso calor en sus brazos pueden experimentar un aumennto real de la temperatura, debido al incremento de su riego sanguíneo.
A grandes rasgos, este entrenamiento se trata de un ejercicio clínico que, mediante la meditación e inducción de estados alterados de conciencia, consigue desactivar las experiencias traumáticas de los pacientes.
Pese a que depende de la predisposición del paciente, los resultados son muy satisfactorios en la mayoría de los casos. Se han aplicado a personas con problemas diversos, desde aquellas que padecen bruxismo, hipertensión o asma a enfermedades psíquicas de diversa índole y trastornos de ansiedad o estrés postraumático, así como a otras víctimas de estrés laboral. Lo habitual es que los beneficios comiencen a percibirse a las pocas semanas de comenzar a realizar los ejercicios de forma diaria.
Los recuerdos de experiencias traumáticas suelen generar elevados niveles de ansiedad o de estrés derivado. El entrenamiento autógeno es muy útil para recuperar la capacidad afectiva, la calma, la creatividad o el autocontrol de las emociones.
Se aprende usualmente en grupo, aunque puede algunas personas funcionan mejor con la instrucción individual. Suele constar de seis ejercicios de meditación psicofisiológica o concentración pasiva en la sensación de peso en brazos y piernas, en la sensación de calor en brazos y piernas, en el movimiento del corazón, en la autonomía del proceso respiratorio, en el calor abdominal interno y a la diferencia de temperatura entre la frente y el aire circundante.
El proceso estándar para volver al estado habitual se realiza en tres etapas: inspiración profunda, fuerte flexión y estiramiento de brazos y piernas para acabar abriendo los ojos. En el siguiente gráfico, perteneciente al libro Psicoterapia Autógena de Jose Luis González de Rivera puedes consultar algunos de los métodos de este entrenamiento.
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