Aunque son muchas las actitudes que podemos asumir en la vida ante diferentes situaciones, una resulta clave para asegurarnos el éxito en cualquier empresa. Esta actitud clave es la de responsabilizarnos por los resultados de nuestras acciones.
Si asumimos que en la vida nosotros, y solo nosotros somos responsables de los resultados que obtenemos, estaremos ejerciendo nuestro poder como seres de voluntad creativa y consciente, en lugar de situarnos como simples victimas de las circunstancias, ¿Qué prefiere?, ¿Cuál cree que pueda darle mejores resultados?, ¿Con cuál cree que logre expresarse plenamente?.
Asumir la actitud de responsabilizarnos por lo que sucede en nuestras vidas nos coloca en una situación de poder, como creadores de la realidad que deseamos vivir, y nos brinda la oportunidad de aprender de las experiencias que se nos presentan a diario.
Esto nos coloca en la ventajosa posición de ejercer plenamente nuestro poder creador, en lugar de proyectarlo a otras personas, situaciones u objetos. Si, es correcto, el poder es nuestro, se origina dentro de nosotros, siempre está con nosotros, pero por alguna razón, en algún momento determinado podemos elegir transferirlo a otros al evadir nuestra responsabilidad. Esas actitudes son diametralmente opuestas, así como lo son los resultados de asumirlas, veamos.
Consecuencias
La idea de asumir la responsabilidad por las consecuencias de nuestras acciones no es muy popular, actualmente es frecuente encontrar personas que se sienten más cómodas entregando su poder a otros al negarse a aceptar su responsabilidad.
Estas personas inventan excusas o encuentran a quien culpar por sus errores, y la supuesta imposibilidad de alcanzar sus sueños. Ellos pueden darles un sin fin de razones por las cuales no pudieron lograr lo que se propusieron, o tal vez ni siquiera se animaron a intentarlo.
Pareciera que nuestra sociedad está diseñada para dar soporte a este tipo de actitudes. Parece increíble como algunas personas pueden alcanzar la edad adulta sin conocer este pequeño detalle que les permitiría abrir las puertas a la felicidad en sus vidas.
Estas personas pudieran pensar que esta actitud les favorece, cuando la realidad es otra. Puede ser que encuentren personas que se compadezcan de ellas por un tiempo y estén dispuestas a escuchar sus excusas, y podrían hasta darles la razón. Sin embargo, al evadir nuestra responsabilidad rechazamos el papel que desempeñamos en la vida, y por consiguiente nos rechazamos a nosotros mismos, y al hacerlo estamos repartiendo nuestro poder.
Pero, ¿En qué o quién delegamos este poder?, es sencillo, en todas las personas y cada una de las cosas o eventos fuera de nosotros. Si no somos responsables de las situaciones que se presentan en nuestras vidas, entonces ¿Quién lo es?. Desde este punto de vista lo serían otras personas, supuestos enemigos, el azar, el destino o cualquier cosa que se le pueda ocurrir.
La consecuencia de asumir esa actitud es sentirse a merced de las circunstancias e imposibilitado de hacer algo para resolverlas. Y no podría ser de otra manera, pues tomamos algo que es inherente a nosotros y lo proyectamos fuera. Entregamos un poder interno, y en nuestra confusión creímos que fuerzas externas moldeaban nuestras vidas a su antojo.
De cualquier manera, lo importante es que este proceso es muy sencillo de revertir, veamos.