lunes, 14 de mayo de 2018

Pensamiento divergente: la técnica para incrementar tu productividad, resultados y creatividad

Voy a hablarte de una técnica que quizá no conozcas pero que te reportará interesantes beneficios.
Me refiero a la práctica del pensamiento divergente, una manera distinta de utilizar el cerebro.
Por regla general cualquier persona para funcionar utiliza la mente, el pensamiento.
Y eso, el pensamiento, es el inicio de todo. Cualquier cosa que quieras hacer, tiene su origen en el pensamiento. Si proyectas abrir un blog, o decides cocinar algún plato, o planeas montar un negocio, o buscar una profesión de futuro… sea lo que sea, antes que nada tienes que pensarlo. Todo comienza con una idea en tu mente, en tu cabeza.
Y la cabeza sirve para pensar, no solo, como decía mi padre, para llevar sombrero o peinarse. Pero desgraciadamente no todo el mundo actúa con cabeza, no todo el mundo piensa y no todo el mundo utiliza el pensamiento de la forma más productiva y ventajosa posible.
Yo soy un firme apasionado de la productividad. Me encanta que todo lo que haga obtenga los mayores resultados posibles. Si escribo un libro, que me lean muchos y sirva a muchos. Si creo una empresa, que tenga la mayor cantidad posible de beneficios. Si amo, amar todo lo que pueda para cuando ya no pueda hacerlo (por haberme muerto).
En definitiva, que intento aplicar al máximo la ley de Pareto (el 20% de tus acciones producen el 80% de tus beneficios) y utilizo (intento utilizar) el cerebro de forma lógica, ordenada y orientada a mis fines.
Ahora bien, la lógica no significa siempre seguir los mismos caminos. De hecho, en ocasiones actuar lógicamente implica romper con todo, ser diferente, explorar e innovar.
Y de eso trata precisamente el pensamiento divergente.
Que ya, por fin, después de este discurso, te voy a explicar lo que es 🙂 .

¿Qué es el pensamiento divergente?


Es aquel que para la resolución de problemas y la toma de decisiones utiliza la mente de forma creativa, alternativa, disruptiva y en un sentido distinto al lógico y tradicional. En un sentido distinto al lineal de siempre, que sería el característico de su opuesto: el pensamiento convergente.
Si tradicionalmente, la mente se usaba para buscar una solución a un problema en un sentido cartesiano y previsible, el pensamiento divergente crea o explora múltiples soluciones a los problemas, desde múltiples perspectivas y de formas que quizá nunca se habían planteado.
Para ello rompe esquemas, desafía postulados, cuestiona evidencias, explora en lugares inimaginables y, en definitiva, actúa sin límites para ofrecer la mayor cantidad de respuestas desde cualquier punto de vista posible. Se trata, por tanto, de un pensamiento flexible.
Ya sabemos que los tiempos están cambiando. Bueno, de hecho llevan mucho tiempo cambiando, pero hoy el fenómeno es más evidente que nunca. Eso implica que, a la hora de buscar soluciones, no se pueden resolver las disyuntivas y problemas actuales con los métodos y esquemas del pasado, porque no sirven, no tienen nada que ver. Hay nuevos problemas, hay nuevos medios para resolverlos y, algo muy importante, las soluciones no están creadas sino que hay que crearlas. Esto último es lo que tiene gran relación con el pensamiento divergente.
La cuestión conlleva que no se puede buscar una solución de entre las existentes porque quizá no lo haya. No se puede comparar porque no hay parámetros. El mundo es nuevo, nosotros somos distintos y la vida ha cambiado. ¿Cómo vas a bucear en el pasado para solucionar el problema de la adicción a la tecnología de los niños, si antes lo más tecnológico que había era el armatoste del teléfono fijo de casa?
Hace falta por tanto una flexibilidad en todo, flexibilidad que hace que tengamos que utilizar la mente de forma creativa, innovadora, sin límites y sin condicionantes. Sin las ataduras del pasado y sin soluciones preconcebidas.

Ejemplos prácticos de pensamiento divergente

Pensar divergentemente, en consecuencia, es buscar soluciones distintas (y en mayor número) a las conocidas.
Vamos a ver unos ejemplos.
magina que has estudiado medicina en la universidad. Un pensar convergente, a la hora de buscar profesión, pensaría en las alternativas conocidas: abrir una clínica privada, estudiar oposiciones para un hospital público de salud… Un pensar divergente crearía, por contra, otra solución (comercializar productos médicos, por ejemplo, en plan empresarial) o elegiría una opción que no tuviera nada que ver con la medicina (sin sentirse la persona obligada por aquello que ha estudiado).
Otro ejemplo: una persona que tuviera una vivienda vacía en una gran ciudad podría pensar en alquilarla para vivienda habitual (pensamiento convergente), o podría alquilarla por días o semanas como apartamento turístico o por horas para terapias (pensamiento divergente).
Otro ejemplo: la misma dinámica de los infoproductos. El talento humano siempre se ha utilizado para aplicarlo a la profesión en cuestión, pero hoy en día, con la economía del conocimiento, puede usarse para transmitirse, lisa y llanamente, a los demás. Con ello te conviertes en profesor o instructor, aunque no tengas título alguno.
Y así podríamos seguir.
Los beneficios de este tipo de pensamiento son evidentes: sin excluir las opciones de siempre, te permite incrementar el abanico de posibilidades. Tienes más soluciones, más respuestas y, en consecuencia, más resultados.

¿Qué puedes hacer entonces para favorecer esta forma de pensar? Vamos a ver algunas estrategias.

Técnicas para desarrollar el pensamiento divergente

# 1 Buscar en los lugares más insospechados

Por regla general, cuando necesitas información de algo vas a donde se supone que está, ¿verdad? Por ejemplo, si quieres buscar ideas de negocios, coges un libro, buscas en internet, preguntas a conocidos expertos…
Pero quizá la solución no esté donde todo el mundo busca, sino en lugares imprevisibles. Por ejemplo, puede ser que en un viaje veas algo que puedas replicar en tu país (me ha pasado en un reciente viaje a Holanda), o que viendo una película en el cine se te despierte la imaginación y te venga una idea.
Eso significa, por ejemplo, que quizá más que leer o estudiar, a la hora de buscar soluciones, puedes hacer cosas no previstas originariamente en tu abanico de probabilidades para dar con la respuesta.

# 2 Asociación libre de ideas

Este supuesto implica dos cosas:
♦ En primer lugar, hacer lluvias de ideas, sol@ o en compañía de otr@s. Eso implica considerar todo lo que se te ocurra, aunque no tenga ninguna relación. Si buscas soluciones para “evitar calor” y se te ocurre “comer bocadillos”, lo apuntas. No excluyas ninguna posibilidad de antemano, por muy absurda que sea. Lluvia libre de ideas. ¿No queremos ser libres? Pues lo manifestamos en todo.
♦ En segundo lugar, asociar libremente esas ideas, algo de lo que ya hablaba Freud, y que aquí implica eso: unir, relacionar y asociar de la manera más espontánea e intuitiva posible lo que se te ocurra. Este criterio, en concreto, es absolutamente fundamental si de lo que se trata es de cosas nuevas y dispares, como por ejemplo buscar la innovación en los negocios.

# 3 Contemplar la situación en su conjunto y tal como es

Solemos tener dos problemas:
♦ Por un lado, no ver las como son, sino interpretarlas y calificarlas continuamente. Esto lo explicaba muy bien Krishnamurti: no vemos lo que es, sino lo que nuestra mente califica y define como tal (la representación que nos hacemos de eso). Para ello la mente utiliza sus experiencias pasadas, el conocimiento acumulado, los datos adquiridos, los estímulos almacenados… y se forma una representación, le da un nombre y la califica.

El otro problema es no contemplar una situación en su conjunto, sino solo la parte más evidente. Por ejemplo, si estás en casa muerto de calor, viendo la televisión, lo único que se te ocurre es encender el aire para refrescarte. Así das solución a la parte más evidente del problema. Pero quizá la situación, en su conjunto, no trata solo de eso, sino que también implica que no estás haciendo cosas productivas, o estás aislándote del mundo, o estás dejando pasar las horas sin un propósito definido…
Cuando contemplamos la situación en su conjunto y no solo una parte, podemos acceder a una conciencia superior, dar un salto cualitativo importante y acceder a parcelas desconocidas, quizá al autodescubrimiento. En esa zona nueva e incógnita, en esa zona por explorar es donde podemos encontrar las soluciones que desconocíamos.

# 4 Olvidarte del pasado y las referencias

Hemos comentado antes que la mente tiene tendencia a hacer su trabajo: calificar, definir, ordenar, comparar… Y para ello necesita del pasado y las referencias.
Eso es lo que hace cuando practica un pensamiento convergente, pero en el pensamiento divergente nos olvidamos de lo que era, de lo que vivimos, de lo que ocurrió, de lo que hacen otros… y ni comparamos ni buceamos en el caudal de experiencias y conocimientos que tenemos almacenados en la mente. Es más, nos olvidamos de la mente y de pensar para pasar a crear. Ello implica olvidarse de las referencias y del saber acumulado y pasar a hacer desde cero, ex novo, sin condicionamientos previos y sin que nadie juzgue.

# 5 No acumular información, sino vaciarte de ella

Creemos que cuantos más datos acumulemos en mejores condiciones estaremos de resolver algo. Dicho de otra forma: que cuanto más sepamos más fácil lo tenemos.
La tendencia es buscar y acumular información, que va ocupando el espacio de nuestro cerebro y lo va llenando. Así, llega un momento en que no cabe más, y de hecho estoy convencido que tendrás momentos en que te sientas saturado.
Esta saturación impide pensar, decidir y pasar a la acción. Te bloquea.
La solución consiste no en acumular información, sino en vaciarse de ella. Por un lado, desaprender en lugar de aprender, y por otro dejar espacio al vacío para que en él surja la intuición, la creatividad y el conocimiento silencioso.
Traducido al español, significaría que quizá en vez de inflarte a ver páginas web buscando cosas, podrías meditar o dar largas caminatas en silencio para dejar que la información brote de dentro y no se reciba de lo ya existente y conocido.
Me gustaría poder explicar esto con claridad porque es muy importante. El conocimiento no solo se adquiere y se aprende, sino que también surge del interior, brota de uno como de su fuente natural. De hecho, muchas de las cosas que creemos aprender de fuera, en realidad no las estamos aprendiendo por primera vez, sino que lo que hacemos es, valga la redundancia, hacernos conscientes de algo que ya sabíamos. Por eso, mi consejo siempre es más que acumular datos, vaciarse de ellos y más que recibir información de fuera dejarla que surja de dentro.
Y hasta aquí todo lo que quería contar. Pero si quieres saber más, te invito a ver este vídeo, cortito pero bastante significativo y ameno.
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¡Muchos éxitos en tus procesos de pensamiento!
Un artículo escrito por Agustín Grau y, recibido vía Vallebro.com

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