jueves, 9 de enero de 2014

Cabeza sana = Autoestima sana

Para vivir con la cabeza sana, debes ser dueño de tu mundo emocional, ser tu el que controla tus emociones. Porque cuando entregas el mando de tu mundo emocional a los demás, tus emociones serán frágiles y cualquiera podrá dañarlas.

Para mejorar tu autoestima tienes que saber que nadie puede herirte a menos que tú te hieras. Poner tus emociones en manos de personas es horrible, horrible porque la gente puede jugar con ellas y lastimarte. Por eso es fundamental que recuperes el control de tu mundo emocional. Tu determinas como te sientes, lo que piensas y crees.

Si alguien actúa mal contigo, no tienes porque pagarle con la misma moneda. Puedes esperar a que vea lo que ha hecho o ponerte a orar para que Dios lo corrija. Elige hacer lo correcto y ten el control sobre tu vida, ¿por qué te va a afectar el error del otro? Tu felicidad no depende de cómo te traten los demás, depende de cómo te tratas tú a ti mismo. Cuando recuperas el control, nadie puede dañar tu mente.

Escuchamos frases como:
“Tú me haces feliz”
“Me robaste la paz”

¿Te robo la paz? Te la robó porque le entregaste tu mundo emocional y ahora dependes de esa persona. Es imposible que alguien te robe la paz a menos que la entregues.

“Mis hijos me sacaron de quicio, me hicieron enfadar”

De la misma manera nadie puede hacerte sentir así a menos que lo permitas. Tú determinas vivir alegre o triste. Jesús dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” El no había entregado su mundo emocional a la gente y por eso dijo “perdónalos”, decidió hacer lo correcto porque eso te llena de vida y libertad.

Al hacer esto demuestras que nadie tiene el control sobre tu vida, si entregas tus emociones dependerás de cómo te traten, si te miró con buena o mala cara, de cómo te hablen, de lo que te dijeron… y estarás muerto mentalmente antes de morir de verdad. Pero si controlas tu vida dirás: “Aunque todo vaya mal a mi alrededor y estén contra mí, con todo yo tendré gozo” Serás libre de la gente.

Un saludo,

Elías Berntsson

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