¿Cuántos gestores de tareas has probado en todos estos años? ¿A cuántos les has dado una oportunidad real? ¿Y cuántos has desechado porque no ofrecían lo que necesitabas en ese momento? No es fácil. Por un lado porque aunque la mayoría comparten una filosofía similar, en realidad todos ponen su foco en un grupo determinado de usuarios: desde los auténticos apasionados del GTD a los más principiantes.
Pero por el otro porque a diferencia de otras aplicaciones, los gestores de tareas no nos atan. Es muy fácil saltar de uno a otro sin llegar a perder nada importante por el camino. Y eso provoca que siempre queramos probar algo nuevo: la promesa de que esta vez sí, seremos productivos de verdad.
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