Utilizar un lenguaje positivo puede transformar nuestras vidas, ya que nos ayuda a mejorar nuestra forma de comunicarnos, las relaciones que tenemos con los demás y de algún modo, influye también en la manera de concebir el mundo. De hecho, también tiene el potencial de cambiar cómo nos sentimos y orientarnos hacia la felicidad.
A diario nos quejamos y criticamos aquello que nos incomoda. Si hace frío, si llueve, si tenemos que esperar grandes colas en el banco o en el supermercado, si tenemos mucho trabajo, si no nos gusta la comida… De esta manera, concentramos toda nuestra energía en lo que nos molesta, es decir, nos enfocamos en lo negativo y nos hacemos más difícil la tarea de cambiar aquello que nos desagrada.
Ahora bien, si utilizamos un lenguaje positivo, las posibilidades se abren a nuestro alrededor y esto afectará a nuestro cerebro. De hecho, si le enviamos mensajes positivos, este responderá de forma diferente que si nos repetimos afirmaciones desagradables. Por lo tanto, si nuestros pensamientos son ricos y afirmativos, nuestras probabilidades de llevar una vida feliz se incrementarán.
El poder del lenguaje positivo
Las palabras tienen un gran poder. Son capaces de lograr un efecto inmediato en nuestro estado de ánimo e incluso, de perdurar en el tiempo y quedarse instaladas en la mente y en el corazón. Piensa por ejemplo en algún momento de la semana en el que te sentiste bien por algo que te dijeron o recuerda aquellas palabras que tanto te dolieron de esa persona.
El filósofo Luis Castellanos es pionero en la investigación sobre lenguaje positivo. Este investigador aplica los descubrimientos de la neurociencia a la vida cotidiana. Así, es capaz de crear estrategias innovadoras, herramientas y soluciones prácticas que producen un cambio extraordinario en la vida de las personas.
Como principal herramienta, utiliza como soporte los resultados clínicos obtenidos a través de resonancias magnéticas y electroencefalografías. En sus investigaciones ha observado cómo se comportan las conexiones sinápticas del cerebro a partir del uso de palabras positivas y negativas. Luis Castellanos ha demostrado la influencia de utilizar un lenguaje positivo en la educación.
5 pautas para utilizar el lenguaje positivo
A continuación encontrarás cinco claves que te ayudarán a aplicar el poder del lenguaje positivo a tu vida. Profundicemos.
Modifica tu lenguaje
El primer paso consiste en tener presente qué quieres transmitir, qué quieres que le llegue a la persona con la que estés hablando. Para ello, procura no utilizar palabras negativas y mucho menos, despectivas y vejatorias.
Si en algún momento otra persona no ha actuado de una forma que consideras adecuada, se lo puedes hacer saber de forma positiva, en lugar de a través de críticas destructivas. Prueba a decirle que puede volver a intentarlo y que aprecias el esfuerzo que ha realizado. Y además, elimina de tu vocabulario expresiones generalistas como “eres un vado” o “no sabes hacer nada bien”.
Cambia tu estado de ánimo
Escribe una lista de palabras motivadoras (placer, agradable, mucho, descubrir, bueno, gracias, feliz, sonrisa…) y prueba a leerlas en voz alta cada vez que necesites modificar y gestionar tus emociones. Verás cómo este ejercicio provoca un cambio en tu estado de ánimo.
Lo importante es regular nuestro lenguaje mediante el entrenamiento y consolidar así el hábito de expresarnos de forma positiva. Un aspecto fundamental a tener en cuenta será ser conscientes de las emociones que se experimentan, para luego utilizar las palabras adecuadas con el objetivo de sentirnos mejor.
Evita las etiquetas negativas
Catalogar a una persona de “torpe”, “inútil” o “vago” influye directamente en la percepción que los demás tienen sobre ella. Y lo que es más grave, el mismo individuo acabará por creer que realmente es así.
Las etiquetas condicionan la apreciacion que los demás tienen de nosotros. Además, condicionan los logros que podemos alcanzar en el futuro. Por eso, si tienes que etiquetar a alguien, procura hacerlo de una manera positiva y potenciadora.
Comunícate a través de emociones
Esta clave está muy relacionada con el punto anterior. No solo hay que ser conscientes de las propias emociones sino también intentar ponerse en el lugar de los demás, para saber qué palabras utilizar. Esto mejora la autoestima de los que nos escuchan y la percepción que tienen de ellos mismos. Así, nuestros interlocutores sentirán que son capaces de superar nuevos retos y aprenderán que los errores suponen oportunidades.
Con las palabras podemos hacer reír, llorar, sufrir, desesperar o animar a los demás… Por ello, la utilización del lenguaje positivo puede modificar nuestra forma de pensar y la visión que tenemos del mundo para bien.
Lenguaje positivo y optimismo
Utilizar un lenguaje positivo saca lo mejor de nosotros mismos. Tener un discurso optimista puede animarnos en un momento dado. Entrenar e incorporar en nuestra rutina la utilización del lenguaje positivo afecta directamente a nuestra forma de percibir el mundo.
Como expresa Castellanos en su discurso, todos merecemos la oportunidad de tener una buena historia, una buena vida. Por eso, debemos cuidar nuestro lenguaje, ya que él cuidará de nosotros. Las palabras son una de las mejores inversiones que podemos hacer para tener un buen futuro y una buena salud emocional.
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