Todos los días y a todas horas estamos dando primeras impresiones: en el supermercado tanto con la cajera como con la señora a la que le cedemos el paso en pasillo, en el ascensor con algún nuevo vecino, en una reunión de trabajo, en el gimnasio, con nuestro nuevo profesor de inglés, etc. Así que recuerde que nunca se tiene una segunda oportunidad de dar una primera impresión favorable.
Esta primera impresión depende de lo que la otra persona observe en esos primeros minutos de contacto. En esa impresión entran en juego el tono de voz, las expresiones verbales y faciales, la apariencia, etc. Resulta más determinante cómo se dicen las cosas que qué es lo que se dice.
De este primer contacto se puede obtener una buena nota, lo que nos habrá abierto muchas puertas; o un suspenso lo que a priori será difícil de cambiar, aunque no imposible.
Si se fija, es muy posible que más de la mitad de su tiempo a lo largo de un día, lo dedique a comunicarse e intercambiar opiniones con otras personas, por eso es imprescindible ser un buen comunicador, que no implica solamente saber comunicar nuestras ideas sino también saber escuchar las de los demás.
Los primeros minutos de conversación son concluyentes, ya que la atención de su receptor aún no está fatigada así que es el momento oportuno para ganarse su atención y confianza, si no aprovecha estos primero minutos es muy probable que ya no logre volver a captarla.
Podríamos resumirlo en unos cuantos aspectos relevantes: el aspecto que tengo, la forma en la que hablo, lo que digo y como escucho lo que otros aportan. Lo que se resume en los tres canales de información: el cuerpo, la voz y las palabras tienen que colaborar entre si.
La coherencia en lo que decimos es también importantísima. Debe haber una coherencia entre el lenguaje y la forma en la que lo expresamos, sino podemos estar enviando un doble mensaje que puede llevar a nuestro receptor a creer lo que decimos con la expresión corporal y no mediante las palabras. Si se hace un buen uso de la coherencia, puede ser un arma muy poderosa, ya que si a sus palabras de apoyo a sus empleados les acompaña una buena sonrisa y un tono cálido, el resultado será que sus empleados perciban su mensaje como real y favorable.
Tenga en cuenta que aunque no quiera siempre está comunicando algo, incluso un silencio expresa algo. Cualquier cosa que hagamos o digamos (no hagamos o no digamos) comunica algo. Los gestos, la expresión, la ropa, etc. siempre expresan algo de nosotros depende de uno mismo que vaya a favor o en contra nuestra.
En este caso se trata de venderse bien, es decir, dar una impresión inicial positiva. Para tener el éxito que deseamos tenemos que ser buenos comunicadores y buenos vendedores, sea lo que sea lo que vendemos, ideas o productos.
Hay que proveerse de armas poderosas para vendernos bien y conseguir que la comunicación que iniciamos llegue a buen puerto, tanto en la vida personal como en la profesional.
El proceso de comunicación es decisivo en la vida de cualquier persona, por eso es importante saber aprovechar y sacar partido a esos primeros momentos de interacción, ya sea cara a cara (cuenta con 2-3 minutos importantísimos) o por teléfono (el tiempo se reduce a unos pocos segundos).
Aprender bien este proceso le puede llevar a ganar o perder un cliente, a establecer o romper una relación personal, ganar o perder un negocio importante, etc.
Sepa qué tipo de comunicador es usted para poder mejorar todos aquellos aspectos que no le ayudan a lograr sus objetivos. Y mejore aquellos que ya ha conseguido. Siempre hay un punto de partida desde el que iniciar ese cambio.
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