Creo que fue Jean-Paul Sartre quien dijo que estamos condenados a elegir.
Tenía razón, estamos tomando decisiones todo el tiempo, si desayunar en casa o no, si tomar té o café, si comer yogurt o comer un croissant, o los dos.
Este fin de semana logré realizar uno de mis objetivos del año pasado, mudarme. Estoy muy ilusionado con el nuevo piso y tengo muchas ganas de ver que traerá esta nueva etapa de mi vida, espero que tenga repercusiones positivas en Hábitos Vitales. Creo que he hecho una de las decisiones mas importantes en los últimos años.
Mientras hacía las maletas y desmantelando los muebles de IKEA me dí cuenta que estuve tomando decisiones constantemente, más que otra cosa tomando decisiones sobre que cosas que guardar, donar o tirar. Mientras estaba haciendo viajes entre el nuevo y el viejo piso tuve la ocasión de pensar un poco más sobre las decisiones y las “ofertas” de la vida.
Dentro del coche lleno de cosas llegué a la conclusión (no muy desarrollada) que la abundancia de opciones que tenemos en la vida no siempre es resulta tan bueno (solemos pensar que poder elegir es bueno no?). Esta abundancia a la hora de elegir podría tener resultados malos, tanto en nuestro bienestar psicológico como emocional, en el sentido de progresar con sentido en nuestras vidas.
Durante estos dos días llegué a tres conclusiones:
Voy a dedicar más tiempo a tomar las decisiones importantes y menos tiempo tomando decisiones insignificantes. Debería ser bastante fácil, si la decisión no es importante voy a tomar una decisión tan rápido posible y no pensar más en ello. No voy a dedicar diez minutos tomando decisiones sobre si me compro una olla de aluminio o no.
Por otra parte, voy a identificar y enfocarme en las elecciones que he hecho en mi vida que me han traído felicidad. Es decir, sentarme y pensar que decisiones me han traído felicidad y dedicar más tiempo para identificar y tomar más decisiones parecidas (que traigan felicidad a mi vida.) Es decir, quizás me quede un año demasiado en mi viejo piso, pero los próximos años en mi nuevo piso van a ser geniales.
Un tercer punto sería no enfocarme en lo que otras personas hacen. Si compran una nueva tele plasma no significa que una tele plasma me traerá mucha felicidad a mi. Hay que entender que mi criterio no siempre se iguala al de otros. Es decir, dejar el pensamiento de manada de vez en cuando.
Un artículo publicado en Hábitos Vitales
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