Estamos inmersos en una revolución social, política y económica. La
voraz mercadotecnia global, la situación política interna y externa y el
estado ecológico nos invitan a desesperarnos y a deprimirnos. Para un
ciudadano común cada vez parece más dificil regirse por la verdad y por
la justicia y además tener que soportar a tantos políticos mediocres,
arrogantes y mentirosos que manipulan el destino de la humanidad. Muchos
programas de television provocan con su contenido la imbecilización
colectiva y le hacen creer al público que lo que verdaderamente importa
no es la vida, sino el espectáculo.
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